Por fin he podido disfrutar con tranquilidad de la exposición de Manolo Valdés en l'Almodí de Valencia, algo que parecía imposible debido a los horarios irracionales de las salas de exposiciones municipales, más pensadas para los turistas extranjeros -que, por cierto, no las visitan- que en los propios ciudadanos valencianos interesados en el arte, a los que les es muy difícil conciliar su horario laboral con el de las exposiciones. Parece que el equipo de gobierno en el Ayuntamiento de Valencia está interesadísimo en dificultar el acceso de los contribuyentes a las exposiciones que organiza. A los hechos me remito. Una gota más en el cruel desmantelamiento de lo público que está llevando a cabo el gobierno del Partido Popular con la excusa de la crisis.
Unas quince pinturas y media docena de esculturas pertenecientes a colecciones particulares valencianas componen esta interesante exposición de Manolo Valdés. Una muestra suficiente para acercarnos a lo más significativo de su obra y su estética: una visión del mundo a partir de la Historia de la Pintura, con sus series y pretextos, con sus pintores y obras constantemente revisitadas -Velázquez, Matisse, Bonnard...- y otros elementos e iconos de la vida cotidiana, como Mickey Mouse o la bolsa del Metropolitan Museum de Nueva York. Vueltas y revueltas al Pop Art del que Manolo Valdés bebe constantemente de una manera muy personal.
Pintura de pintura o pintura sobre pintura, pero siempre reflexión constante sobre las imágenes, sobre los iconos de la Historia del Arte, sobre la Historia de la Pintura, sobre la cultura occidental. Juego de matrioskas para establecer una reflexión sobre las imágenes ¿Quién interroga a quién, la imagen o el espectador? Juego de la memoria, del tiempo, en definitiva, de la cultura, que viene a ser lo mismo. La imagen como anacronismo.
Manolo Valdés pintor, Manolo Valdés escultor ¿Dónde acaba la pintura y donde comienza la escultura, o viceversa? Pintura matérica con arpilleras, desgarros, recosidos y masa pictórica densa que juegan con la luz y las texturas para parecer esculturas. Esculturas que muestran las diferentes calidades de la madera para remitirnos a la pintura a través de la forma, de la imago mentis, de la imagen de la memoria.
¿Arte memoria, memoria icónica o imago mentis? ¿Réplica y realidad,realidad replicada o realidad/replica y replica/realidad imaginadas? Lo verdaderamente real es la memoria que nosotros proyectamos sobre la forma que nos manifiesta el objeto cuadro y el objeto escultura que sale de la materia. Mundo en mundos.
Pienso en las palabras de Lévi- Strauss parafraseadas por Ricardo Piglia en El último lector: el arte es una forma sintética del universo, un microcosmos que reproduce la especificidad del mundo. Pero al que no podemos acercarnos, y aquí hablo yo, sin la memoria. Imago menina. Imago mentis. Menima mentis. Ser o parecer con nuestra memoria, con nuestra cultura, con la imagen anacrónica por naturaleza.
Unas quince pinturas y media docena de esculturas pertenecientes a colecciones particulares valencianas componen esta interesante exposición de Manolo Valdés. Una muestra suficiente para acercarnos a lo más significativo de su obra y su estética: una visión del mundo a partir de la Historia de la Pintura, con sus series y pretextos, con sus pintores y obras constantemente revisitadas -Velázquez, Matisse, Bonnard...- y otros elementos e iconos de la vida cotidiana, como Mickey Mouse o la bolsa del Metropolitan Museum de Nueva York. Vueltas y revueltas al Pop Art del que Manolo Valdés bebe constantemente de una manera muy personal.
Pintura de pintura o pintura sobre pintura, pero siempre reflexión constante sobre las imágenes, sobre los iconos de la Historia del Arte, sobre la Historia de la Pintura, sobre la cultura occidental. Juego de matrioskas para establecer una reflexión sobre las imágenes ¿Quién interroga a quién, la imagen o el espectador? Juego de la memoria, del tiempo, en definitiva, de la cultura, que viene a ser lo mismo. La imagen como anacronismo.
Manolo Valdés pintor, Manolo Valdés escultor ¿Dónde acaba la pintura y donde comienza la escultura, o viceversa? Pintura matérica con arpilleras, desgarros, recosidos y masa pictórica densa que juegan con la luz y las texturas para parecer esculturas. Esculturas que muestran las diferentes calidades de la madera para remitirnos a la pintura a través de la forma, de la imago mentis, de la imagen de la memoria.
¿Arte memoria, memoria icónica o imago mentis? ¿Réplica y realidad,realidad replicada o realidad/replica y replica/realidad imaginadas? Lo verdaderamente real es la memoria que nosotros proyectamos sobre la forma que nos manifiesta el objeto cuadro y el objeto escultura que sale de la materia. Mundo en mundos.
Pienso en las palabras de Lévi- Strauss parafraseadas por Ricardo Piglia en El último lector: el arte es una forma sintética del universo, un microcosmos que reproduce la especificidad del mundo. Pero al que no podemos acercarnos, y aquí hablo yo, sin la memoria. Imago menina. Imago mentis. Menima mentis. Ser o parecer con nuestra memoria, con nuestra cultura, con la imagen anacrónica por naturaleza.
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