Es conveniente, no sé si de recibo, explicaros las razones que me han llevado a llamar a este blog Ideal-Room. He de confesaros que carece de cualquier relación con mi biografía y que se inscribe de lleno en un anhelo puramente literario y elegíaco. Que nadie busque aquí A Room of One's Own como si de Virginia Woolf se tratara. Ni es mi habitación propia ni mi habitación ideal, que lo podría ser. Sólo es un deseo que aspira a convertirse en quimera.
Para explicaros que es el Ideal- Room es preciso que primero os hable la calle de la Paz, sin duda la más elegante de Valencia. Una calle que como buen ejemplo del gusto por el modernismo decimonónico tiene mucho que ver con aquellas avenidas proyectadas por el barón Hausmann en París. Siendo estrecha y sin árboles aún hoy posee ese encanto proustiano inconfundible que la convierte en un rincón refinado y cosmopolita que se escapa de la idiosincrasia socarrona de la ciudad de Valencia. En el número 19, esquina con Comedias, en un hermoso edificio ecléctico proyectado por el arquitecto Joaquín María Arnau Miramón hacia 1901 estuvo ubicado uno de los cafés más famosos y concurridos durante la Segunda República y la Guerra Civil, el Ideal- Room. Juan Gil-Albert nos habla de él en su Crónica General y Max Aub lo cita en varias de sus novelas. Josep Renau, Manuela Ballester, Tonico Ballester o Miguel Hernández formaron parte de su clientela. Seguro que también pasaron por aquí las escritoras norteamericanas Lillian Hellman y Dorothy Parker durante su estancia en Valencia apoyando al gobierno de Segunda República. El Ideal- Room fue un punto de encuentro sin cortapisa, un lugar distendido donde fluían las ideas ante unas tazas de café mientras se veía pasar la vida a través de los amplios ventanales. Acabada la contienda se convirtió en la sede de la Casa de Cataluña cuando a nadie le pasaba por la cabeza que en Barcelona y en Valencia se hablaba una lengua diferente. En los años de la Transición fue una librería, pero pronto los libros cedieron su espacio a la ropa interior femenina y hoy es una reputada tienda de lencería. Un cambio en el que se ha pasado de la teoría libresca freudiana a la praxis fetichista. Cosas del anacronismo valenciano con una saludable carcajada, porque ya sabéis que no hay letra que valga cuando grita la carne. Una peculiaridad más de la calle, aunque os puedo asegurar que en los bulevares de París también convive el perfume exclusivo con la sal gorda. Nadie se escapa al en todas partes cuecen habas.
En recuerdo de aquel café y sus parroquianos, en recuerdo de la pacífica convivencia y sus nuevos usos anacrónicos, he querido llamar a este blog Ideal- Room. Así que, si os apetece, podéis sentaros en sus cibernéticos veladores y comentar la vida, recomendar algún libro o hablar de lo que os venga en gana. En una de sus imaginarias paredes he colgado el emblema erasmiano de cedo nulli para que se vea bien. Todos sois bienvenidos y sólo pongo el cartel de reservado el derecho de admisión cuando se vulnera el respeto a los demás que es tanto como decir cuando no se respeta la declaración universal de los derechos humanos. En el Ideal- Room no se sirven antifebriles. El pianista tiene buenos dedos y ha empezado a tocar una página de Albéniz. Si preferís, puede interpretar algún tema de Thelonius Monk; también se sabe Ojos verdes. No admite propinas. Adelante, pasad, no os quedéis en la puerta. ¿Qué deseáis tomar?
Para explicaros que es el Ideal- Room es preciso que primero os hable la calle de la Paz, sin duda la más elegante de Valencia. Una calle que como buen ejemplo del gusto por el modernismo decimonónico tiene mucho que ver con aquellas avenidas proyectadas por el barón Hausmann en París. Siendo estrecha y sin árboles aún hoy posee ese encanto proustiano inconfundible que la convierte en un rincón refinado y cosmopolita que se escapa de la idiosincrasia socarrona de la ciudad de Valencia. En el número 19, esquina con Comedias, en un hermoso edificio ecléctico proyectado por el arquitecto Joaquín María Arnau Miramón hacia 1901 estuvo ubicado uno de los cafés más famosos y concurridos durante la Segunda República y la Guerra Civil, el Ideal- Room. Juan Gil-Albert nos habla de él en su Crónica General y Max Aub lo cita en varias de sus novelas. Josep Renau, Manuela Ballester, Tonico Ballester o Miguel Hernández formaron parte de su clientela. Seguro que también pasaron por aquí las escritoras norteamericanas Lillian Hellman y Dorothy Parker durante su estancia en Valencia apoyando al gobierno de Segunda República. El Ideal- Room fue un punto de encuentro sin cortapisa, un lugar distendido donde fluían las ideas ante unas tazas de café mientras se veía pasar la vida a través de los amplios ventanales. Acabada la contienda se convirtió en la sede de la Casa de Cataluña cuando a nadie le pasaba por la cabeza que en Barcelona y en Valencia se hablaba una lengua diferente. En los años de la Transición fue una librería, pero pronto los libros cedieron su espacio a la ropa interior femenina y hoy es una reputada tienda de lencería. Un cambio en el que se ha pasado de la teoría libresca freudiana a la praxis fetichista. Cosas del anacronismo valenciano con una saludable carcajada, porque ya sabéis que no hay letra que valga cuando grita la carne. Una peculiaridad más de la calle, aunque os puedo asegurar que en los bulevares de París también convive el perfume exclusivo con la sal gorda. Nadie se escapa al en todas partes cuecen habas.
En recuerdo de aquel café y sus parroquianos, en recuerdo de la pacífica convivencia y sus nuevos usos anacrónicos, he querido llamar a este blog Ideal- Room. Así que, si os apetece, podéis sentaros en sus cibernéticos veladores y comentar la vida, recomendar algún libro o hablar de lo que os venga en gana. En una de sus imaginarias paredes he colgado el emblema erasmiano de cedo nulli para que se vea bien. Todos sois bienvenidos y sólo pongo el cartel de reservado el derecho de admisión cuando se vulnera el respeto a los demás que es tanto como decir cuando no se respeta la declaración universal de los derechos humanos. En el Ideal- Room no se sirven antifebriles. El pianista tiene buenos dedos y ha empezado a tocar una página de Albéniz. Si preferís, puede interpretar algún tema de Thelonius Monk; también se sabe Ojos verdes. No admite propinas. Adelante, pasad, no os quedéis en la puerta. ¿Qué deseáis tomar?
"La arquitectura es una música congelada."
ResponderEliminarArthur Schopenhauer.
Muy buena su entrada, felicidades por el blog.
Muy amable por tu opinión. Espero volverte a ver por el Ideal Room
ResponderEliminarhttps://www.flickr.com/photos/tony-/3766293166
ResponderEliminarLa foto es con copyrigth.
Gracias
Te agradecería que pidieras permiso para publicarla, cuanto menos.
ResponderEliminarGracias
www.antonigarcia.com
Lamento mucho lo sucedido. Cuando descrague la foto en internet no indicaba que tenia derechos. Ya ha sido eliminada. Pido disculpas. No te he contestado antes porque el blog ha estado inactivo durante algunos meses. Saludos.
Eliminar