Desde hace años soy lector incondicional de Pilar Pedraza, sin duda una de las escritoras más inquietantes y exquisitas del panorama literario español. Profesora de Historia del Arte en la Universidad de Valencia, es autora de una serie de ensayos sobre imágenes de lo femenino en la cultura –La bella, enigma y pesadilla; Máquinas de amar: secretos del cuerpo artificial; Espectra. Descenso a las criptas de la literatura y el arte; Venus barbuda y el eslabón perdido-, además de las traducciones del enigmático El sueño de Polifilo, de Francesco Colonna (1499), y los Emblemas de Alciato (1531), así como su estupendo Barroco efímero en Valencia, un estudio pionero sobre la fiesta barroca publicado en un ya lejano 1982.
Parte de sus inquietudes como historiadora se plasman en sus novelas. Éstas la han convertido en una auténtica escritora de culto para los lectores de literatura gótica y de terror. Pero más allá de los cánones del género, que los sigue, Pilar Pedraza establece una interesante interrelación entre la ficción y la realidad, entre la historia trasgredida y el relato ficcionado. Así pasaba en su primera novela Las joyas de la serpiente, en la que los emblemas y enigmas de los estudiantes en la Valencia del Renacimiento adquirían el papel protagónico en una ficción delirante cargada de poesía, y así ocurre también con las mujeres pilosas que actualmente tanto le interesan como historiadora y novelista, a las que no sólo les dedica el ensayo Venus barbuda, sino que las convierte en protagonistas absolutas de sus dos últimas novelas, El síndrome de Ambrás y Lucifer Circus. Esta última obra, publicada hace tan sólo unos meses, se basa en la relación entre la pilosa Krao, una niña birmana, y el empresario aventurero William Leonard Hunt, El gran Farini, que la trajo a Europa a principios del siglo XX. De esta forma, convierte a Krao en Ma Tara Kué y a Farini en el empresario cirquense catalán Roger de Montbrió, el Gran Dinápoli, para ofrecer una aventura deslumbrante poblada de personajes delirantes en una variopinta mezcla de terror, misterio y humor, que también lo hay, que va desde Java a los deslumbrantes ambientes ocultistas del París de la Belle Époque o del Londres victoriano. Un empeño que sólo se puede abordar con brío si se posee una portentosa cultura, un gran ingenio argumental, una inclinación a la poesía y gran dominio léxico, cualidades que Pilar Pedraza posee en abundancia y que la han convertido en una rara avis de la novelística española actual. Su precisión a la hora de adjetivar, su elección de sustantivos hacen que desarrolle un estilo propio y personal capaz de componer unos textos de gran expresividad, como pocas veces se disfrutan por estos lares.
Tal vez Lucifer Circus no esté entre sus novelas más logradas – personalmente prefiero Las joyas de la serpiente, La fase del rubí o La perra de Alejandría-, pero es una buena introducción al poético universo pedraciano. Una lectura recomendable y una autora imprescindible, desgraciadamente no siempre reconocida. Resulta curioso como se le obvia en Valencia, sólo por poner un ejemplo. ¿Será porque fue Consellera de Cultura en la etapa socialista, escribe en castellano, además literatura gótica y de terror, publica en editoriales nacionales muy selectas, es muy discreta y no frecuenta ningún círculo ni se le deja ver en saraos de ningún tipo? Lo curioso es que ante este silencio provinciano, revistas nacionales de filosofía como Claves de razón práctica le dedican artículos. Como reza el emblema XXXIV de Alciato, resiste y abstente.
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