
Haced cuenta que soñáis despiertos. ¡Oh, qué bien pintaba el Bosco!; ahora entiendo su capricho. Cosas veréis increíbles. Advertir que los que habían de ser cabezas por su prudencia y saber, esos andan por el suelo, despreciados, olvidados y abatidos; al contrario, los que habían de ser pies por no saber las cosas ni entender las materias, gente incapaz, sin ciencia ni experiencia, esos mandan. Y así va el mundo, cual digan dueñas: mejor fuera dueños. No hallaréis cosa con cosa. Y un mundo que no tiene ni pies ni cabeza, de merced se le da el descabezado... Si tales caprichos hay en mundo, llámese casa de orates hermanados. (Baltasar Gracián, El criticón)
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