El pasado 4 de junio el escritor José Luís Sampedro recibió el premio Llig Picanya, otorgado por el ayuntamiento de este municipio valenciano en reconocimiento a su obra y trayectoria. La entrega de este galardón puso punto un final al Maig Literari, una iniciativa cultural que fomenta la lectura y la estima por la literatura.
Escritor, economista y académico, Sampedro es, sin lugar a dudas, uno de los grandes referentes intelectuales y éticos de nuestro país. Un humanista que apuesta por la educación y la cultura, y que ejerce públicamente su pensamiento comprometido contra el neoliberalismo que vivimos y la decadencia moral de nuestra sociedad occidental. Autor de una importante obra literaria, de todos es conocido su apoyo al movimiento 15-M e iniciativas como ¡Democracia Real ya! Pero una cosa es su compromiso y otra bien distinta la usurpación de su nombre en artículos que ni ha escrito ni escribiría jamás en ciertos términos.
Hace unas semanas, en una página web de opinión, se publicó un articulo titulado “Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros”, cuya autoría se le atribuyó falsamente. De dicho artículo se hicieron eco algunos importantes medios de comunicación que ni siquiera se molestaron en contrastar la información. Desgraciadamente, y a pesar de haberlo desmentido el escritor en varias ocasiones, una de ellas en Picanya, este artículo sigue circulando por la red.
Hay que ser canalla, corto de miras e inculto, algo que desgraciadamente cunde entre ciertos intrusos que proliferan por los medios y se hacen llamar periodistas, para suplantar la personalidad y atentar contra la honorabilidad de las personas como Sampedro. Pero ya sabemos que la necedad se impone aveces sobre la razón. Basta con acercarse de soslayo a la obra de este humanista, algo que ánimo a que hagan los impostores de periodista, para descubrir que es muy poco probable que el autor de La sonrisa etrusca firme un artículo como este. Sampedro defiende la verdad por encima de todo; apuesta por la paz y la concordia, por la cultura y el entendimiento; rechaza la violencia en cualquiera de sus formas y aboga por la dialéctica, pero jamás entra en la burda descalificación, y aún menos en el insulto.
Los auténticos periodistas contrastan la noticia y saben que, como personas de bien que son, el respeto de la verdad es el primer principio de todo código deontológico.
Este desagradable suceso de la falsa carta de José Luís Sampedro no es único en la red. Otros conocidos escritores se han visto involucrados en problemas similares. Internet es un medio magnífico, libre, pero no por ello debe estar reñido con la honestidad, la defensa de la verdad y la profesionalidad, valores que en nuestra sociedad cada vez se echan más a faltar. No hay que confundir el ejercicio de la libertad con la demagogia. La cultura y la educación enseñan a las personas a tener criterio, a razonar, a distinguir lo verdadero de lo falso. La mentira nos convierte en prisioneros de nosotros mismos, mientras la verdad nos hace libres. Ahora más que nunca, en estos momentos tan difíciles que vivimos, debemos de luchar con la verdad y por la verdad. Sólo así saldremos adelante y construiremos un mundo más justo.
Publicado en 360gradospress.com
Escritor, economista y académico, Sampedro es, sin lugar a dudas, uno de los grandes referentes intelectuales y éticos de nuestro país. Un humanista que apuesta por la educación y la cultura, y que ejerce públicamente su pensamiento comprometido contra el neoliberalismo que vivimos y la decadencia moral de nuestra sociedad occidental. Autor de una importante obra literaria, de todos es conocido su apoyo al movimiento 15-M e iniciativas como ¡Democracia Real ya! Pero una cosa es su compromiso y otra bien distinta la usurpación de su nombre en artículos que ni ha escrito ni escribiría jamás en ciertos términos.
Hace unas semanas, en una página web de opinión, se publicó un articulo titulado “Querido señor Presidente: es usted un hijo de puta. Usted y sus ministros”, cuya autoría se le atribuyó falsamente. De dicho artículo se hicieron eco algunos importantes medios de comunicación que ni siquiera se molestaron en contrastar la información. Desgraciadamente, y a pesar de haberlo desmentido el escritor en varias ocasiones, una de ellas en Picanya, este artículo sigue circulando por la red.
Hay que ser canalla, corto de miras e inculto, algo que desgraciadamente cunde entre ciertos intrusos que proliferan por los medios y se hacen llamar periodistas, para suplantar la personalidad y atentar contra la honorabilidad de las personas como Sampedro. Pero ya sabemos que la necedad se impone aveces sobre la razón. Basta con acercarse de soslayo a la obra de este humanista, algo que ánimo a que hagan los impostores de periodista, para descubrir que es muy poco probable que el autor de La sonrisa etrusca firme un artículo como este. Sampedro defiende la verdad por encima de todo; apuesta por la paz y la concordia, por la cultura y el entendimiento; rechaza la violencia en cualquiera de sus formas y aboga por la dialéctica, pero jamás entra en la burda descalificación, y aún menos en el insulto.
Los auténticos periodistas contrastan la noticia y saben que, como personas de bien que son, el respeto de la verdad es el primer principio de todo código deontológico.
Este desagradable suceso de la falsa carta de José Luís Sampedro no es único en la red. Otros conocidos escritores se han visto involucrados en problemas similares. Internet es un medio magnífico, libre, pero no por ello debe estar reñido con la honestidad, la defensa de la verdad y la profesionalidad, valores que en nuestra sociedad cada vez se echan más a faltar. No hay que confundir el ejercicio de la libertad con la demagogia. La cultura y la educación enseñan a las personas a tener criterio, a razonar, a distinguir lo verdadero de lo falso. La mentira nos convierte en prisioneros de nosotros mismos, mientras la verdad nos hace libres. Ahora más que nunca, en estos momentos tan difíciles que vivimos, debemos de luchar con la verdad y por la verdad. Sólo así saldremos adelante y construiremos un mundo más justo.
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