Hace unos días asistí en la Llibreria La Moixeranga, en Paiporta, a la presentación de la novela de Víctor J. Maicas Mario y el reflejo de la luz sobre la oscuridad, recientemente publicada por VdeB. La novela está ambientada durante los meses de mayo y junio de 2011 y hace una llamada a la reflexión sobre la situación social y política que vivimos en nuestro país. Tras la presentación se estableció un animado debate entre los asistentes. Se habló de la crisis, la corrupción y el compromiso de los ciudadanos. Yo insté a que tomáramos conciencia y nos comportásemos como ciudadanos responsables. Sin ánimo de ser capcioso pregunté a las personas que me acompañaban si habían leído la Constitución. Ni uno solo afirmó haberla leído. Desgraciadamente no me sorprendí.
Somos capaces de discutir apasionadamente sobre nuestro país y desconocemos el significado y el alcance de nuestra Carta Magna, lo que nos aboca a permitir que se vulnere diaria y constantemente. El "hombre masa" de Ortega y Gasset campa a sus anchas. Si todos los ciudadanos conocieran la Constitución y fueran conscientes de lo que allí se recoge, otro gallo le cantaría al gobierno, a la monarquía, a la Iglesia católica o al poder judicial, y sólo por poner unos ejemplos. No es que la Constitución de 1978 sea la panacea de todo, pero es el marco en el que nos movemos. Sólo con respetarla nos evitaríamos escuchar las tonterías que largan algunos políticos y contertulios camorristas en aras de una inconstitucionalidad sin ni siquiera saber cual es el marco de la constitucionalidad.
Animo a leer la Constitución y a ser ciudadanos comprometidos en el respeto de nuestros derechos y libertades. Tenemos un marco constitucional suficiente para no consentir a Perico de los Palotes, por muy salido de las urnas que sea, que se pase por el forro todo lo que le dé la gana. Lo digo en un sentido amplio y figurado para todos los poderes de este país. Qué ningún analfabeto constitucional me confunda y crea que lo digo por Artur Mas. Si el que piensa esto conociera la constitución, sabría que hasta ahora el señor Mas no se ha salido ni un milímetro del marco constitucional vigente. La asignatura de Educación para la Ciudadanía, que se aprestó a suprimir el PP, hablaba de eso: de conocer nuestros derechos y libertades, y no de como utilizar lo que tenemos entre las piernas, al menos de la manera obscena y enfermiza que pueden llegar a imaginar las mentes turbias de quiénes instaron a eliminarla. Nadie, por mucho que se lo crea, está más allá del bien y del mal moral. Nadie.
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