Nuevo año. Nueva entrada. El día uno de enero parece destinado a la resaca, a reponerse de los excesos de la noche anterior y a los efímeros propósitos para el año que comienza. Una nueva hoja de ruta que no pasa de intención de buena voluntad que nunca se cumple. Tengo que hacer ejercicio, tengo que dedicar más tiempo a los míos, voy ponerme en serio con el inglés... El día dos mantenemos el pensamiento y seguimos con el tengo que hacer. El tres es como la ampliación del dia anterior. El cuatro continuamos con el tengo que... El cinco, noche de Reyes. El seis, Reyes, regalos y roscón, mientras empezamos a reducir al olvido los buenos propósitos para desterrarlos completamente cuando volvamos a nuestra rutina diaria. Ni siquiera nos detenemos a decirnos el consabido otra vez será. Esta imposibilidad de hacer realidad las propósitos del primero de año es nuestra personal piedra de Sísifo.
¿Podríamos convertir lo efímero en duradero? Podría ser un buen propósito que sólo depende de nosotros mismos. Ante la incertidumbre y la coyuntura poco halagüeña que vivimos depender de nosotros mismos para hacer posibles las cosas que anhelamos sería un buen propósito, una buena razón para que, al menos este año, Sísifo se quedase con la piedra en la cima de la montaña y no la arrojase por la pendiente para volverla a subir de nuevo. Pero digo sería. Digo podría. Utilizó el verbo en condicional y este tiempo verbal no existe en la realidad. ¿Por qué uso con tanta frecuencia un tiempo que no existe? Podría suprimirlo. Podría. Sería una buena razón. Sería fantástico. ¡Qué lástima que no haya podido sujetar la piedra!
Estupendo artículo Manolo! Es!! :)
ResponderEliminarMuchas gracias por seguirme. Saludos.
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