Ir al contenido principal

PODRÍA

Nuevo año. Nueva entrada. El día uno de enero parece destinado a la resaca, a reponerse de los excesos de la noche anterior y a los efímeros propósitos para el año que comienza. Una nueva hoja de ruta que no pasa de intención de buena voluntad que nunca se cumple. Tengo que hacer ejercicio, tengo que dedicar más tiempo a los míos, voy  ponerme en serio con el inglés... El día dos mantenemos el pensamiento y seguimos con el tengo que hacer. El tres es como la ampliación del dia anterior. El cuatro continuamos con el tengo que... El cinco, noche de Reyes. El seis, Reyes, regalos y roscón, mientras empezamos a reducir al olvido los buenos propósitos para desterrarlos completamente cuando volvamos a nuestra rutina diaria. Ni siquiera nos detenemos a decirnos el consabido otra vez será. Esta imposibilidad de hacer realidad las propósitos del primero de año es nuestra personal piedra de Sísifo.



¿Podríamos convertir lo efímero en duradero? Podría ser un buen propósito que sólo depende de nosotros mismos.  Ante la incertidumbre y la coyuntura poco halagüeña que vivimos depender de nosotros  mismos para hacer posibles las cosas que anhelamos sería un buen propósito, una buena razón para que, al menos este año, Sísifo se quedase con la piedra en la cima de la montaña y no la arrojase por la pendiente para volverla a subir de nuevo. Pero digo sería. Digo podría. Utilizó el verbo en condicional y este tiempo verbal no existe en la realidad. ¿Por qué uso con tanta frecuencia un tiempo que no existe? Podría suprimirlo. Podría. Sería una buena razón. Sería fantástico. ¡Qué lástima que no  haya podido sujetar  la piedra!

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

OBLIDADA CONCHA ALÓS

Tenia  tretze o catorze anys quan vaig descobrir Concha Alós . Descobrir que no llegir, perquè la lectura va vindre molt més tard. En aquells anys del franquisme accedir a un llibre era tota una odissea, sobretot per a un adolescent lletraferit de família treballadora i sense recursos com jo. A la casa dels meus pares no hi havia llibres. Les biblioteques públiques d'aleshores eren pràcticament inexistents i tenien les prestatgeries plenes d'exemplars vells, porgats i polsosos. Comprar-ne era quasi una quimera degut a la nostra complicada economia familiar, però no gens més complicada que la d'altres milers de famílies. Un llibre es comprava si era totalment necessari per a l'escola i  si no hi havia més remei, la qual cosa suposava més cigrons i menys carn a la taula. Els diners no prestaven per a tot. Ma mare, amb el seu tarannà de solucionari, sempre trobava una manera d'estalviar-se la compra en forma de parent o veí que acabaven prestant-nos aquell ...

DOS O TRES COSAS SOBRE EL IDEAL-ROOM Y UNA DECLARACIÓN DE PRINCIPIOS

Es conveniente, no sé si de recibo, explicaros las razones que me han llevado a llamar a este blog Ideal-Room . He de confesaros que carece de cualquier relación con mi biografía y que se inscribe de lleno en un anhelo puramente literario y elegíaco. Que nadie busque aquí A Room of One's Own como si de Virginia Woolf se tratara. Ni es mi habitación propia ni mi habitación ideal, que lo podría ser. Sólo es un deseo que aspira a convertirse en quimera. Para explicaros que es el Ideal- Room es preciso que primero os hable la calle de la Paz, sin duda la más elegante de Valencia. Una calle que como buen ejemplo del gusto por el modernismo decimonónico tiene mucho que ver con aquellas avenidas proyectadas por el barón Hausmann en París. Siendo estrecha y sin árboles aún hoy posee ese encanto proustiano inconfundible que la convierte en un rincón refinado y cosmopolita que se escapa de la idiosincrasia socarrona de la ciudad de Valencia. En el número 19, esquina con Comedias, en un...

LLIBRES PER A RICS, LLIBRES PER A POBRES

A mon pare li agradavem molt les novel•letes de l’Oest, sobretot les de Marcial Lafuente Estefanía. Cada vegada que acabava de llegir una d’aquelles “novel•les de duro” com popularment eren conegudes, la canviava en les paradetes de llibres de vell que hi havien a les rodalies de l’església de Santa Caterina, a la ciutat de València. Per una pesseta o per cinquanta cèntims mon pare aconseguia una altra novel•la de segona mà que no havia llegit. El quiosquer del carrer Sant Bult que estava més a prop de la nostra casa també en canviava, però estava menys abastit de títols, així que mon pare preferia anar a Santa Caterina. Allò de canviar les novel•letes de duro va ser una pràctica molt habitual a l’Espanya dels anys 40 i 50. Eren temps de misèria en un ampli sentit de la paraula. Temps de grans diferències socials entre rics i pobres, entre els que havien guanyat la guerra i els que l’havien perdut. Les novel•letes de Marcial Lafuente Estefania, José Mallorquín o Corín Tellado, ...